martes, 13 de mayo de 2008

"Ojala que los hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan"...

Como la música puede cambiar vidas. Otro aporte, gracias y abrazos...



Una mañana me despertó esa melódica frase con una guitarra que me parecía unos cristales rompiéndose suavemente. Yo dormía en la cama de mi hermano, él creció con los últimos vestigios de las revoluciones comunistas y le gustaba escuchar música "protesta" en la mañana en una radio marca International color rojo con una sola casetera, el botón de retroceso no servía, así que era necesario "voltearle" y adelantarle para escuchar algo que ya había pasado. Desde luego Ojalá era la primera canción del lado A, y era propicio comenzar ese Lunes de Escuela con la voz del cubano que en ese momento me pareció mágico -aunque no supe bien quien era si no hasta luego de un par de años-... en fin, me imaginaba como las hojas caían a un cuerpo de una mujer desde arriba; logré imaginar un disparo de nieve con un rifle largo para que aguante las balas de nieve (según yo); imaginé el camino cansado, sólo tengo la imagen en mi mente pero no se como explicarla; pude imaginar la Luna saliendo sin mi; imaginé difuntos, que sueño interesante rondaba mi memoria que imagine la luz cegadora que seguramente salía del disparo de nieve... "Tocarte ni en canciones"... mmm, sólo recuerdo que lo tomé muy literal; al final recuerdo unos aplausos (supongo que era en concierto) y el fin de una canción hechizada que me llevó a expandir mi mente hacia algún horizonte que ni siquiera sabía que existía.
Claro, ahora que soy "grande" intento tomar las canciones profundas siempre desde el lado poético, como para encontrar esa belleza subjetiva que la poesía y la música esconden, aparentan y alardean (todo al mismo tiempo)... Sin embargo, el verdadero recuerdo que quiero compartir es el sublime hecho de ser niño e imaginar... incluso más allá del arte... más allá de la conciencia y las razones... más allá de las estrellas... más allá de esto que estás leyendo…

Otaner

2 comentarios:

Anónimo dijo...

bacano imaginar más allá de uno mismo

Anónimo dijo...

Bacana recordar la niñez y la imaginación. Creo que cuando creces no la pierdes, simplemente ya no tienes tanto tiempo para seguir imaginando.. que mal.