Tuve el atrevimiento de ponerle el título, si la autora quiere modificarlo estoy a sus órdenes. Disculpa por la tardanza Caro y dios te pague también...
Recuerdo tan claramente la entrada al jardín de infantes... se entraba por un garage lleno de cesped. Claro que había que bajar despacio, si corrías se te mojaban las medias y los zapatos por la lluvia de la noche anterior sobre el cesped...
El salón era grande, bueno, a esa edad, apenas 4 años, muchas cosas parecían más grandes de lo que en realidad son... Teniamos mesas redondas de distintos colores y un estante en la parte de atrás del salón para poner las loncheras y coger los mandiles.
Una de las preocupaciones más importantes durante la jornada, era el salir rápidamente al patio a la hora del recreo... había apenas dos carros plásticos donde podíamos subirnos y andar por todo el patio y un columpio enorme con la forma de Abelardo o Montoya de Plaza Sésamo. Cuando ya se acercaba la hora del recreo hacíamos los pactos previos, "yo cojo el carro, tu el Montoya y luego nos cambiamos".
Recuerdo claramente que uno de los días más importantes para mi, fue cuando mi profesora me pidió que lleve las tarrinas de agua para las acuarelas y vaya al baño a cambiar el agua que ya estaba negra de tanto limpiar los pinceles.
Me sentía importante, y pesaba sobre mi una gran responsabilidad, llevar agua limpia para que todos pudiésemos seguir pintando...Nunca creo haberme sentido tan feliz como ese dia, no había otra cosa en la cual pudiera pensar... fue lo primero que le conté a mi mami cuando me fue a recoger "Fui la asistente de la profe ahora!! tuve que ir a cambiar el agua de las acuarelas, y no se me regó mucho!!". Es increíble cuanto puede alegrar una pequeña tarea, a una niña de 4 años...
Caro
sábado, 25 de abril de 2009
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