Lamento mucho la demora, mi descuido, gracias Mauricio por dejarme publicar esto... Un abrazo...
Hasta el día de hoy, las imágenes que me sucedieron aquel día me parecen parte de la peor de las pesadillas. En el fondo de una oscura y deprimente sala, yacía un féretro color gris con incrustaciones plateadas, mismo que observé ininterrumpidamente durante horas. Mi mente adormecida, no era capaz de comprender en la totalidad lo que sucedía, supongo que en el agua que había tomado antes de salir de casa mi madre debió verter alguna clase de calmante. No tengo idea de cuantas personas se acercaron a expresar su "pésame", únicamente tengo presentes las palabras de mis hermanos: "No llores, no ves que el hijo de un comunista no debe llorar?", mismas que repetían cada vez que de mis ojos querían brotar lágrimas. Por una extraña razón, mis hermanos se habían propuesto que no debíamos llorar, ni ver su cuerpo; supongo que por no mostrar "debilidad", y digo habían, porque a mi nunca se me preguntó nada, o al menos no lo recuerdo.
Las horas pasaban, y cumpliendo con la estúpida costumbre de "velar" una noche entera, nos quedamos prácticamente solos mi madre, mis hermanos y yo, en esa sala fría. Sin salir del shock y la mezcla de sentimientos indescriptible del momento, lo único que deseaba era comprobar que en realidad estaba él en ese ataúd; no poseo una razón precisa para desear eso, pero necesitaba hacerlo. No tengo precisa la hora, pero espere hasta que mis hermanos cayesen dormidos, mi madre me abrazaba fuertemente, y pensando que ella también dormía, suavemente intenté salirme de entre sus brazos; a lo que ella leyendo mi mente, me miró tiernamente y me dijo "quieres verlo verdad?". No respondí absolutamente nada, porque sabía que sí lo hacía no podría contener todo el llanto en mi interior.
En absoluto silencio, mientras mis hermanos dormían el que supongo debió ser su más tormentoso sueño, mi madre y yo nos acercamos al féretro, retirando cuidadosamente la bandera del PCMLE que lo cubría y abriendo seguidamente la tapa.
Esa fue la última vez que vi a mi padre, recuerdo que un par de lágrimas mías cayeron sobre el cristal; desde entonces, no he llorado jamás en público.
* * *
Mauricio
viernes, 27 de febrero de 2009
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