El motivo del blog dice "Iluminando sombras", así que aquí va una...
Estoy consciente de que algo hice mal en la escuela, simplemente no me adapté. Los niños son crueles, pero no creo que todo haya sido culpa suya. Yo también tuve que haberme equivocado, recuerdo que intentaba pasar desapercibido, pero simplemente no podía. No pude evitarlo, y por esto la mayoría de mis recuerdos de la escuela son amargos, unos bastante más que otros.
Alguna vez, seguramente cuando tenía 8 años o algo así, no recuerdo si era San Valentín o Navidad, tuvimos que hacer unas cartas nosotros mismos para entregar a las personas que considerábamos especiales. Alguno de ustedes, si no todos, ya sabrán el final de la historia sólo con leer lo anterior. No puede ser más obvio y trillado, nadie me daba ninguna carta. Recuerdo el nudo en la garganta, la desesperación, y el tablero de mi pupitre. Simplemente no podía alzar la mirada, algo me apretaba el pecho. Pasaban los minutos y sólo escuchaba al resto de la clase conversando y riendo. De pronto sentí la mirada de alguien, su nombre, Melissa Cármenes. Dándose cuenta ella de lo que pasaba con rapidez e intentando ocultarlo hizo una carta al apuro, y me la dió. No pude articular ninguna palabra, lo único que hubiese podido sacar eran sollozos. Hasta el día de hoy recuerdo su rostro...
PD: No, no saqué la historia de Los Simpson...
domingo, 17 de mayo de 2009
sábado, 25 de abril de 2009
Acuarelas
Tuve el atrevimiento de ponerle el título, si la autora quiere modificarlo estoy a sus órdenes. Disculpa por la tardanza Caro y dios te pague también...
Recuerdo tan claramente la entrada al jardín de infantes... se entraba por un garage lleno de cesped. Claro que había que bajar despacio, si corrías se te mojaban las medias y los zapatos por la lluvia de la noche anterior sobre el cesped...
El salón era grande, bueno, a esa edad, apenas 4 años, muchas cosas parecían más grandes de lo que en realidad son... Teniamos mesas redondas de distintos colores y un estante en la parte de atrás del salón para poner las loncheras y coger los mandiles.
Una de las preocupaciones más importantes durante la jornada, era el salir rápidamente al patio a la hora del recreo... había apenas dos carros plásticos donde podíamos subirnos y andar por todo el patio y un columpio enorme con la forma de Abelardo o Montoya de Plaza Sésamo. Cuando ya se acercaba la hora del recreo hacíamos los pactos previos, "yo cojo el carro, tu el Montoya y luego nos cambiamos".
Recuerdo claramente que uno de los días más importantes para mi, fue cuando mi profesora me pidió que lleve las tarrinas de agua para las acuarelas y vaya al baño a cambiar el agua que ya estaba negra de tanto limpiar los pinceles.
Me sentía importante, y pesaba sobre mi una gran responsabilidad, llevar agua limpia para que todos pudiésemos seguir pintando...Nunca creo haberme sentido tan feliz como ese dia, no había otra cosa en la cual pudiera pensar... fue lo primero que le conté a mi mami cuando me fue a recoger "Fui la asistente de la profe ahora!! tuve que ir a cambiar el agua de las acuarelas, y no se me regó mucho!!". Es increíble cuanto puede alegrar una pequeña tarea, a una niña de 4 años...
Caro
Recuerdo tan claramente la entrada al jardín de infantes... se entraba por un garage lleno de cesped. Claro que había que bajar despacio, si corrías se te mojaban las medias y los zapatos por la lluvia de la noche anterior sobre el cesped...
El salón era grande, bueno, a esa edad, apenas 4 años, muchas cosas parecían más grandes de lo que en realidad son... Teniamos mesas redondas de distintos colores y un estante en la parte de atrás del salón para poner las loncheras y coger los mandiles.
Una de las preocupaciones más importantes durante la jornada, era el salir rápidamente al patio a la hora del recreo... había apenas dos carros plásticos donde podíamos subirnos y andar por todo el patio y un columpio enorme con la forma de Abelardo o Montoya de Plaza Sésamo. Cuando ya se acercaba la hora del recreo hacíamos los pactos previos, "yo cojo el carro, tu el Montoya y luego nos cambiamos".
Recuerdo claramente que uno de los días más importantes para mi, fue cuando mi profesora me pidió que lleve las tarrinas de agua para las acuarelas y vaya al baño a cambiar el agua que ya estaba negra de tanto limpiar los pinceles.
Me sentía importante, y pesaba sobre mi una gran responsabilidad, llevar agua limpia para que todos pudiésemos seguir pintando...Nunca creo haberme sentido tan feliz como ese dia, no había otra cosa en la cual pudiera pensar... fue lo primero que le conté a mi mami cuando me fue a recoger "Fui la asistente de la profe ahora!! tuve que ir a cambiar el agua de las acuarelas, y no se me regó mucho!!". Es increíble cuanto puede alegrar una pequeña tarea, a una niña de 4 años...
Caro
viernes, 27 de febrero de 2009
La última vez que te vi
Lamento mucho la demora, mi descuido, gracias Mauricio por dejarme publicar esto... Un abrazo...
Hasta el día de hoy, las imágenes que me sucedieron aquel día me parecen parte de la peor de las pesadillas. En el fondo de una oscura y deprimente sala, yacía un féretro color gris con incrustaciones plateadas, mismo que observé ininterrumpidamente durante horas. Mi mente adormecida, no era capaz de comprender en la totalidad lo que sucedía, supongo que en el agua que había tomado antes de salir de casa mi madre debió verter alguna clase de calmante. No tengo idea de cuantas personas se acercaron a expresar su "pésame", únicamente tengo presentes las palabras de mis hermanos: "No llores, no ves que el hijo de un comunista no debe llorar?", mismas que repetían cada vez que de mis ojos querían brotar lágrimas. Por una extraña razón, mis hermanos se habían propuesto que no debíamos llorar, ni ver su cuerpo; supongo que por no mostrar "debilidad", y digo habían, porque a mi nunca se me preguntó nada, o al menos no lo recuerdo.
Las horas pasaban, y cumpliendo con la estúpida costumbre de "velar" una noche entera, nos quedamos prácticamente solos mi madre, mis hermanos y yo, en esa sala fría. Sin salir del shock y la mezcla de sentimientos indescriptible del momento, lo único que deseaba era comprobar que en realidad estaba él en ese ataúd; no poseo una razón precisa para desear eso, pero necesitaba hacerlo. No tengo precisa la hora, pero espere hasta que mis hermanos cayesen dormidos, mi madre me abrazaba fuertemente, y pensando que ella también dormía, suavemente intenté salirme de entre sus brazos; a lo que ella leyendo mi mente, me miró tiernamente y me dijo "quieres verlo verdad?". No respondí absolutamente nada, porque sabía que sí lo hacía no podría contener todo el llanto en mi interior.
En absoluto silencio, mientras mis hermanos dormían el que supongo debió ser su más tormentoso sueño, mi madre y yo nos acercamos al féretro, retirando cuidadosamente la bandera del PCMLE que lo cubría y abriendo seguidamente la tapa.
Esa fue la última vez que vi a mi padre, recuerdo que un par de lágrimas mías cayeron sobre el cristal; desde entonces, no he llorado jamás en público.
* * *
Mauricio
Hasta el día de hoy, las imágenes que me sucedieron aquel día me parecen parte de la peor de las pesadillas. En el fondo de una oscura y deprimente sala, yacía un féretro color gris con incrustaciones plateadas, mismo que observé ininterrumpidamente durante horas. Mi mente adormecida, no era capaz de comprender en la totalidad lo que sucedía, supongo que en el agua que había tomado antes de salir de casa mi madre debió verter alguna clase de calmante. No tengo idea de cuantas personas se acercaron a expresar su "pésame", únicamente tengo presentes las palabras de mis hermanos: "No llores, no ves que el hijo de un comunista no debe llorar?", mismas que repetían cada vez que de mis ojos querían brotar lágrimas. Por una extraña razón, mis hermanos se habían propuesto que no debíamos llorar, ni ver su cuerpo; supongo que por no mostrar "debilidad", y digo habían, porque a mi nunca se me preguntó nada, o al menos no lo recuerdo.
Las horas pasaban, y cumpliendo con la estúpida costumbre de "velar" una noche entera, nos quedamos prácticamente solos mi madre, mis hermanos y yo, en esa sala fría. Sin salir del shock y la mezcla de sentimientos indescriptible del momento, lo único que deseaba era comprobar que en realidad estaba él en ese ataúd; no poseo una razón precisa para desear eso, pero necesitaba hacerlo. No tengo precisa la hora, pero espere hasta que mis hermanos cayesen dormidos, mi madre me abrazaba fuertemente, y pensando que ella también dormía, suavemente intenté salirme de entre sus brazos; a lo que ella leyendo mi mente, me miró tiernamente y me dijo "quieres verlo verdad?". No respondí absolutamente nada, porque sabía que sí lo hacía no podría contener todo el llanto en mi interior.
En absoluto silencio, mientras mis hermanos dormían el que supongo debió ser su más tormentoso sueño, mi madre y yo nos acercamos al féretro, retirando cuidadosamente la bandera del PCMLE que lo cubría y abriendo seguidamente la tapa.
Esa fue la última vez que vi a mi padre, recuerdo que un par de lágrimas mías cayeron sobre el cristal; desde entonces, no he llorado jamás en público.
* * *
Mauricio
Suscribirse a:
Entradas (Atom)